La ciudad de las libertades - Razón y Palabra

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la ciudad de las libertades

Foto de: Alberto Uc.

Fecha de publicación: 6 de diciembre de 2012

Los habitantes de la Ciudad de México –pese a quien le pese– vivimos en una ciudad distinta a la de hace 6 años, y con esto me refiero a una ciudad mejor. Una ciudad que hoy es un referente mundial de planificación urbana, convivencia y sustentabilidad, sin que con ello diga que la Ciudad de México deje de arrastrar por completo los problemas de las grandes ciudades, los cuales –a fin de cuentas– no son el resultado del desempeño de una administración, sino de un simple axioma: somos muchos y eso es algo que no se puede subsanar de la noche a la mañana.

La Ciudad de México es actualmente una de las ciudades más seguras del país, una ciudad mucho menos contaminada, con más opciones de movilidad y transporte, con espacios públicos recuperados y adecuados para la convivencia, y más verdes; una ciudad bien posicionada a nivel mundial, foco de atracción de turistas, empresarios e inversionistas. Todos ellos, aspectos de la ciudad que apenas hace unos años parecían difíciles de plantearse.

Nuestra ciudad, llamada atinadamente ‘la ciudad de las libertades’, también ha crecido en lo social estos 6 años. La Ciudad de México se ha convertido en una capital plural, abierta y con un enfoque vanguardista; en la que se dejan escuchar todo tipo de voces, propuestas e ideologías, como nunca antes había ocurrido. Una ciudad que apuesta por las personas: por su valía, su talento y sus derechos; independientemente de sus matices y/o preferencias. Una ciudad donde los adultos mayores, los homosexuales y las mujeres se sienten más seguros y emprenden proyectos de vida mucho más productivos y ambiciosos.

Dado el panorama, la administración saliente, a cargo del jefe de gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard Casaubón, tiene razones de sobra para afirmar que ha hecho un buen trabajo, siendo esta –quizá– la mejor gestión que la Ciudad de México ha tenido en los últimos 40 años; y en consecuencia, somos muchos los capitalinos agradecidos con su labor.

Pero como en toda administración, no todo ha sido miel sobre hojuelas. Hay voces que también se pronuncian en contra de la concesión de obras y espacios a particulares; de la intervención de zonas para el paso del transporte público; del impulso a programas de cultura, recreación y movilidad urbana, y espectáculos populares; así mismo, de iniciativas de ley como la despenalización del aborto o el matrimonio entre personas del mismo sexo; entre otros talantes. Voces cuyos argumentos ahora en esta Ciudad de México, son escuchados y son tan válidos como cualquier otro.

De forma personal, me parece que los resultados rebasan los puntos grises, los cuales catalogaría como aquellos costos que enfrenta una población por el hecho de madurar socialmente y abrirse a nuevas opciones de vida, en beneficio de todos. En este sentido, considero que somos los habitantes de la Ciudad de México y no su administración, los que seguimos adoleciendo de un concepto de ciudad que nos permita valorar plenamente los avances obtenidos estos 6 años.

Por principio de cuentas, hace falta comprender que la ciudad somos todos, no unos cuantos, independientemente de los grupos a los cuales pertenezcamos, de sus estructuras, sus intereses y sus diferencias; pues todos vivimos aquí. Bajo este tenor, habría de ser responsabilidad de todos procurar beneficios a nivel macro para la ciudad, es decir, que si bien no impactaran al 100% de la población (persona por persona), sí favorecieran a la mayoría, sin lugar a complacencias; así, el hecho de que existan los recursos y las oportunidades, pero no todos las aprovechemos en un momento determinado (sea cual sea la circunstancia), no significa que no sean útiles para la dinámica de la ciudad.

Se trata de abandonar esa visión individualista que histórica y culturalmente, nos ha condenado a pensar en función de ‘uno mismo’ y a dejar de lado el concepto de comunidad, así como las ventajas que éste implica.

Y aunque no lo parezca, también se trata de querer ‘un poco’ a nuestra ciudad, pues si bien todos hacemos uso de su infraestructura y sus servicios, entonces todos habríamos de conservarlos en buen estado y responsabilizarnos por ello. La ciudad es nuestra gran casa: las calles, las plazas, el metro, el metrobús, los paseos y la circulación en bicicleta, la supervía, las autopistas urbanas, los programas y las iniciativas, en fin; no es posible que nosotros como capitalinos no valoremos y cuidemos nuestro propio patrimonio, tanto o más como lo hacen los visitantes de esta urbe.

No menos importante, está la tarea pendiente de respetarnos y valorarnos como ciudadanos de esta gran metrópoli, pues pese a que gocemos de una serie de libertades que no existe en todas las ciudades del mundo, a los habitantes de la Ciudad de México nos hace falta comprender que somos el resultado de la pluralidad y como tal, hemos de convivir y apoyarnos.

La gente, su diversidad, sus expresiones y sus matices, es lo que conforma el capital más rico de una ciudad como esta; sin embargo, tal pareciera que aquí en el Distrito Federal, un chilango es el mayor adversario de otro chilango, pues entre los mismos grupos de adultos mayores, profesionistas, discapacitados, homosexuales y mujeres, por citar sólo algunos, ellos mismos suelen ser los que rivalizan entre sí y hasta ‘se ponen el pie’. De nueva cuenta, no hemos aprendido a ser comunidad.

Me parece que es hora de reconocer el buen trabajo que se ha hecho en la Ciudad de México, y en vez de quejarnos por todo y de todos, los capitalinos debemos de madurar a la par de los avances que hoy gozamos.

Como ciudadano de esta gran urbe, no me resta más que agradecer a la administración saliente, a cargo del Lic. Marcelo Ebrard Casaubón, el hecho de vivir en una ciudad cada vez mejor, y brindar mi apoyo desde este y otros espacios, a la administración entrante, encabezada por el Dr. Miguel Ángel Mancera Espinosa.

La Ciudad de México somos todos.

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JAVIER CARLO. Maestro en Administración de Tecnologías de Información por parte del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), México, y Maestro en Comunicación por parte de la Universidad Internacional de Andalucía (UIA), España. Licenciado en Ciencias de la Comunicación egresado del ITESM; cuenta con estudios sobre publicidad, desarrollo de proyectos, psicología social y antropología de las organizaciones.

Estratega en comunicación y catedrático. Su experiencia profesional abarca el desarrollo de proyectos de comunicación –contenidos y producción– y el marketing para medios; así como el diseño de programas educativos a nivel superior y la docencia.

Actualmente es colaborador del Tecnológico de Monterrey y gestor de proyectos de comunicación.

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